El reconocido hostelero Antonio Gómez, propietario de Casa Piquiqui, ha fallecido a los 84 años, dejando tras de sí un legado que pocas familias pueden igualar.
A lo largo de su vida, también trabajó como camarero en locales icónicos para los cacereños, como Acuario y Avenida, y fue concesionario de la gestión de la cafetería del hospital San Pedro de Alcántara. En los años ochenta, decidió abrir su propio negocio, Casa Piquiqui, en la calle Caupolicán.
Un legado empresarial reconocido
La saga de los “Piquiqui” se ha convertido en un nombre reconocido en la ciudad, gracias a su contribución en la llegada de franquicias de restauración como Pastafiore, Lizarrán y Pans & Company.
Uno de sus hijos, Jorge Antonio, fue galardonado con el premio Empresario del año en 2015. Su labor empresarial ha dejado una huella significativa en la industria hostelera local.
Conmoción en la sociedad cacereña
El fallecimiento del hostelero ha causado gran conmoción en la sociedad cacereña y entre los vecinos del barrio donde se encontraba ubicado su negocio durante décadas.
Su trayectoria y contribución al sector hostelero han dejado una marca en la comunidad, generando un profundo impacto y afecto entre aquellos que tuvieron el placer de conocerlo.
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